El Juglar de la Red
Por Rafael Cano Franco
La preocupación del Presidente
La marcha del pasado 27 de noviembre no fue tan exitosa como el propio presidente Andrés Manuel López Obrador pensaba, esa manifestación le mostró una realidad, que si bien no es una alerta roja, sí debe encender los focos amarillos en su cuarta trasformación y debe ser un llamado de atención para su principal “corcholata”, Claudia Sheinbaum.
De entrada vamos a aceptar que marcharon 1.2 millones de simpatizantes del presidente López Obrador, acarreados o no, la cifra es pobre si se consideran varios factores.
En primera instancia, debemos recordar que AMLO ganó con una votación que superó los 30 millones de votos; pero para el 2021 esa votación se desinfló y perdió diez millones de votos; se estima que el voto duro de Morena puede ser de máximo 15 millones de seguidores.
Esa cantidad le da suficiente espacio y margen para ganar la presidencia de la República a cualquiera de sus candidatos, pero no le garantiza el control del legislativo y eso sería una debacle para un gobierno que aspira a querer destruir todo lo construido en el pasado para desde ahí erigir un nuevo modelo de instituciones.
Que a la marcha “solamente acudiera” 1.2 millones de personas, representa que ni siquiera el 10 por ciento de sus seguidores acudió a la convocatoria. Pero además, queda claro que al salir a marchar también aceptó que solamente gobierna para una fracción de mexicanos y que desprecia a la otra, incluso esos que votaron por él el 2018 y que ahora están decepcionados.
Un segundo aspecto es que esa marcha no tuvo réplicas en otras ciudades, todo el capital se puso en una sola manifestación. Quizá hubiera generado un impacto mayor si en lugar de concentrarse exclusivamente en la Ciudad de México, se hubiera encargado a gobiernos estatales y municipales que en sus principales ciudades también se organizaran marchas de apoyo.
No es lo mismo que marche 1.2 millones de personas concentradas en una ciudad, que organizar una mega manifestación a nivel nacional: la logística hubiera resultado más fácil, la movilización habría resultado más barata, el impacto hubiera sido mucho más porque las imágenes de muchas marchas, con contingentes numerosos pudo abrir la especulación respecto de cuantos marcharon y seguramente hubieran sido más de ese 1.2 millones que ahora presumen.
Tercero, una manifestación de 1.2 millones de personas en la Ciudad de México, es pobre. No debe olvidarse que es la Capital de la República el bastión de Morena, es ahí donde gobiernan al mayor número de personas y si se considera la cercanía con entidades como Puebla, Morelos, Guerrero, incluso Veracruz, esa cantidad es muy pobre.
Aquí es donde aparece Claudia Sheinbaum. Por ser la sede de la concentración a ella le correspondía llenar las calles con simpatizantes, pero es evidente que no fue así y eso se explica porque la Ciudad de México está dividida en dos grandes sectores: los que gobierno Morena y la otra mitad que gobierna la Alianza Va por México.
No solamente se trataba de darle una muestra de apoyo al Presidente, también era el momento para que ella mostrara el músculo político, la capacidad organizativa. Si ya estaba decidido utilizar los recursos del erario público, era el momento para que los manifestantes que ahora presumen se multiplicaran por dos o por tres. Con una aportación de contingentes de esa magnitud, la gobernadora Sheinbaum no habría necesitado que sus seguidores insultaran y agredieran a Marcelo Ebrard.
En síntesis, el presidente López Obrador volvió a comprobar que sin recursos públicos que inflen artificialmente su movimiento, no tiene la convocatoria que logró en su campaña electoral. También comprobó que concentrarse en un solo lugar solamente exhibió a un gobierno necesitado de respaldo popular, pero pudo ser más efectivo si todo ese apoyo se hacía sentir en todos los lugares, donde alcaldes y gobernadores o gobernadoras de Morena tiene el control territorial y los padrones a la mano para movilizar a un mayor número de personas.
Finalmente también pudo comprobar que Claudia Sheinbaum no tiene el arrastre popular que ella presume, que en la Ciudad de México es vulnerable y que ni siquiera con la presencia del mismo Presidente logra crecer y convocar ciudadanos a las marchas de apoyo al Presidente.
Festinar que marcharon 1.2 millones de personas, es reconocer que el apoyo al presidente López Obrador se reduce al 1 por ciento de la población en México y deja abierta la puerta para que esos votos desencantados que han perdido en estos cuatro años puedan ser explotados por la oposición.
Pero tiene una gran ventaja: la oposición no existe.